Autoconstructiva ...


Como una bomba, que desde su interior, revive todo lo que encuentra a su paso. Como un volcán que te atraviesa el cuerpo y te ancla a la tierra. Como una bandada de gaviotas que te alza la mirada. Como una llamarada voraz que te despierta y te da fuerza a abalanzarte. Como una mirada penetrante y sincera entre la multitud; su mirada. Como el sonido de las palabras que siempre quise escuchar de su voz. Como el sabor de un helado cálido de locura coherente. Como el proyecto más ambicioso y más humilde.  Como los paseos sobre la arena y la playa de octubre. Como los mejores éxitos de The Beatles y las mejores piezas de jazz. Como el thriller más intenso y el libro más absorbente. Como el chocolate fundido. Como la más hogareña de las chimeneas y la más salvaje de las lluvias. Un cielo estrellado y sus estrellas fugaces; una calle nevada. Como sus labios delgados; su piel esculpida; sus manos desnudas. Como su melena envolvente, siempre rubia. Como la luna más grande y el atardecer rojizo desde cualquier colina. Como las cartas a mano y los apuntes en la calle. Un refugio alejado de todo, un salvamento a la rutina demoledora.  Como los viajes por Europa, la ruta 66 y el transiberiano. Como una cabaña junto al lago o encima de un árbol. Como la más adictiva de las drogas.  Como una cama de sábanas blancas. La modelo fugitiva de los cuadros de Botticelli, el perfil desnudo de los impresionistas, el cánon de los etruscos, la heredera viva de la belleza clásica. Como el mundo trascendido y trascendente. Como la sonrisa eterna a la orilla de la playa, su sonrisa.

Como los susurros que le dicen que soy capaz de cualquier cosa por ella. Como ella ...

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