Alexander Calder. Dibujos de alambre




Antes de que los móviles le convirtieran en una celebridad artística, Alexander Calder era un americano en París. Un joven ávido de experimentaciones artísticas y de fiesta al más puro estilo de los años veinte. Pero por entonces, las figuras circenses ya rondaban en su imaginación.

Durante su estancia en París comenzó a jugar con alambres, madera y jirones de tela para componer criaturas que serían el germen de esas figuras circenses a medio camino entre el arte y la diversión: era el Cirque Calder. Pasó del lápiz al alambre, haciendo de éste su inseparable herramienta de dibujo. Muchas de sus creaciones son imágenes de la vida del París de aquella época, como Josephine Baker o Kiki de Montparnasse.


Más tarde entra en contacto con el grupo Abstraction - Creation y Piet Mondrian que supusieron un punto de inflexión en su obra. A partir de entonces su taller se llenó de constelaciones y universos en las que las varillas rígidas y las piezas de madera jugaban con la gravedad. Calder empezó a trabajar con la ingravidad y lo figurativo fue desapareciendo poco a poco de su lenguaje. Aparecieron en sus móviles referencias a Joan Miró, Jean Arp y los primeros pasos de la escultura cinética.

No obstante desde sus inicios como en sus últimas obras se aprecia un amor por la línea como único elemento para definir en la realidad. Una línea en tres dimensiones que hace sombras y que pesa o se opone a la gravedad. La imagen sofisticada de sus circos de juventud, pero las mismas manos de un artesano preocupado por la levedad y el peso.

Asómate aquí a la mente de Alexander Calder.










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